En lo que constituye un inusitado intercambio de roles, los escarabajos terrestres carnívoros atacan a los anfibios, de acuerdo con una investigador de la UTA
Los escarabajos terrestres son capaces de inmovilizar y devorar a presas anfibias mucho más grandes que éstos. Gil Wizen, graduado del departamento de zoología de la UTA, acaba de descubrir que estos insectos tienen una ventaja adicional: sus larvas, al igual que los adultos, tienen un método único para atraer anfibios y alimentarse de ellos.
La investigación de Wizen reveló que, al igual que el canto de las sirenas para atrapar a Ulises, las larvas tienen un método letal para cazar anfibios, al hacer que éstos las consideren una presa apetitosa.
En un país seco, como lo es Israel, los anfibios se ven amenazados con la extinción. Una mayor comprensión de los hábitos de las larvas, así como de su impacto en la población de anfibios, afecta el modo en que se evalúa los riesgos para el medioambiente, de acuerdo con Wizen.
El proyecto tuvo su puntapié inicial cuando Wizen recibió ejemplares de sapos para su laboratorio. Al observar que algunos de éstos tenían larvas pegadas al cuerpo, los investigadores advirtieron que éstas completaban el ciclo de desarrollo alimentándose de su huésped.
Los escarabajos adultos atacan y paralizan a los anfibios haciéndoles una pequeña incisión en el torso. De este modo, quizá les dañan la espina dorsal o les cortan algún músculo, lo que les impide a sus víctimas escapar. Así, los escarabajos están en condiciones de matar y comerse a los anfibios. Sin embargo, los investigadores querían saber cómo estos insectos logran semejante hazaña; para ello, recabaron más información sobre el comportamiento de las larvas y sobre cómo éstas llaman la atención de los anfibios.
Los anfibios cazan a sus presas basándose en el movimiento de sus víctimas, explica Wizen. Las larvas, inmóviles en la tierra, atraen a los anfibios mediante una secuencia de movimientos, que incluyen el abrir y cerrar de mandíbulas y el movimiento de las antenas de lado a lado como si se tratara de una danza. Cuando el anfibio trata de atrapar a la larva con la lengua, esta se aferra al anfibio con la mandíbula. “Se trata de un verdadero intercambio de roles: el insecto atrae al predador potencial en vez de ocultarse”, afirma Wizen. “Se trata de un fenómeno único”.
Si bien son muchos más grandes que las larvas, los anfibios no tienen ninguna posibilidad de vencerlas, afirma Wizen. Los investigadores observaron algunos casos en los que los anfibios eran más rápidos y lograron tragarse a las larvas, pero no por mucho tiempo: en todos estos casos, los sapos terminaron regurgitando a las larvas, las que entonces se engancharon en la boca del anfibio.
Una vez que las larvas logran aferrarse a los sapos, éstos tienen pocas posibilidades de salvarse. Si las larvas se encuentran en las primeras etapas de desarrollo, se alimentan de los fluidos corporales del animal hasta que pasan a la próxima etapa del desarrollo, en cuyo caso se desprenden del anfibio y le dejan una cicatriz. Sin embargo, si se aferran a su presa en estadíos más avanzados de su desarrollo, las larvas empiezan a alimentarse de los mismos anfibios, y lo único que dejan de ellos son los huesos.