Un Nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv revela que el talento resulta menos importante que la pasión cuando se trata del éxito profesional
Tel Aviv. Más de la mitad de los estadounidenses que trabajan se sienten ajenos a su trabajo, de acuerdo con la última encuesta de Gallup, El estado del ámbito laboral en los Estados Unidos. Mucho más que en otras épocas, sin entusiasmo ni compromiso, hombres y mujeres por igual, están lejos de «hacer lo que aman» en el trabajo. ¿Acaso conviene dejarse llevar por la pasión o tal vez es mejor buscar un sustento seguro?
Un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv publicado en el Journal of Applied Psychology demuestra que estos dos objetivos no son categorías excluyentes: de hecho, se potencian. Es más probable que los jóvenes con una fuerte vocación estén más predispuestos a aceptar riesgos, a insistir y, en definitiva, a conseguir empleo en el campo de su elección, lo que satisface tanto sus necesidades personales como profesionales. Los investigadores también comprobaron que quienes se apasionan con lo que les interesa tienen mayores probabilidades de que les vaya muy bien en el futuro, sin importar cuán talentosos sean.
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Esta investigación fue dirigida por el doctor Daniel Heller, de la Escuela de Negocios “Recanati” de la Universidad de Tel Aviv, en colaboración con la doctora Shoshana Dobrow Riza de la Escuela de Negocios de Londres.
Corazón contra cabeza
«Dada la realidad económica de hoy en día, la gente suele enfrentarse a compromisos a la hora de tomar decisiones que contraponen las dos caras de una carrera: el “corazón”, o lado intrínseco, y la “cabeza”, o lado extrínseco», afirma el doctor Heller. «Nos propusimos analizar a personas que eligieron encarar caminos profesionales más demandantes, como aquellos que se deciden por las artes, y evaluar las posibilidades que tienen de “embocarla”».
Los doctores Heller y Riza encuestaron a unos 450 alumnos de música de escuelas secundarias que participaban en dos prestigiosos programas de verano de música durante el transcurso de 11 años (2001-2012) en su devenir de adolescentes en adultos jóvenes y músicos profesionales.
«Observamos que aquellos participantes con una vocación más fuerte por la música en la adolescencia eran más proclives a evaluar sus capacidades musicales en forma más favorable y a desarrollarse como músicos profesionales como adultos más allá de su verdadera capacidad musical».
Con todo, las dificultades a la hora de concretar sus sueños seguían siendo insoslayables. De acuerdo con el estudio, los participantes que trabajaban como músicos a nivel profesional, incluso en el mejor de los casos, ganaban mucho menos (una brecha de doce mil por año en promedio) que los independientes o aficionados que encaraban sus intereses musicales por fuera del trabajo. Para aquellos con una fuerte vocación, las recompensas personales como la satisfacción tal vez tengan mayor peso que el ingreso.
Poniendo las opciones en la balanza
«Aquellos con una fuerte vocación, tienen que estar al tanto de lo que son sus preferencias relativas en lo que toca a recompensas intrínsecas y extrínsecas, y los compromisos potenciales entre ambas, y recién entonces tomar una decisión», afirma el doctor Heller. «De todas formas, encontramos que, en muchos campos, el empuje o la pasión personal ofrecen un margen de ventaja frente a otros colegas, incluso cuando estos no tengan correlación con una capacidad o un talento objetivos».
«En general la sociedad se beneficia ante un exceso de personas talentosas compitiendo por un número limitado de puestos en aquellos mercados en los que puede haber un solo ganador», agrega la doctora Heller. «Las personas que “ganan” en estos mercados son ejemplares. Si bien los individuos que ingresan a este tipo de mercado terminan “perdiendo” en términos extrínsecos por definición, de todas formas se benefician con las recompensas intrínsecas y acumulan valor subjetivo y bienestar, tales como la satisfacción que proviene de buscar la realización profesional, aunque sea tan sólo por un breve momento».
Hoy en día, las investigadoras analizan las implicancias para el bienestar general de la elección de una carrera.