Un investigador de la Universidad de Tel Aviv encuentra que el maltrato trae graves consecuencias para la calidad de la atención médica y la precisión del diagnóstico.
Tel Aviv. Investigadores han demostrado que el maltrato, al igual que el veneno en los enfriadores de agua, resulta tóxico en el lugar de trabajo, y afecta el rendimiento del negocio y del trabajo. Pero, ¿qué pasaría si la oficina en cuestión es la Unidad de Terapia Intensiva de un hospital, en donde la vida pende de un hilo?
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Un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv, publicado en Pediatrics, sugiere que hasta las formas más benignas de maltrato posiblemente impidan que el personal médico logre trabajar bajo presión, y deterioren la calidad de la atención al paciente. Tan solo el maltrato explica una caída en el rendimiento profesional y en el diagnóstico del personal, de acuerdo con una investigación dirigida por el profesor Peter Bamberger de la Escuela de Administración de Tel Aviv. El profesor Bamberger colaboró en el estudio con el doctor Arieh Riskin, también de la Facultad de Administración de la Universidad de Tel Aviv, y el Centro Médico Bnei Zion de Haifa, y el doctor Amir Erez y Trevor Foulk del Colegio de Administración de Negocios de la Universidad de Florida.
«Las formas relativamente benignas de maltrato entre los miembros de un equipo médico -liso y llano maltrato- tienen graves implicaciones para los procesos de colaboración dentro del equipo y, por lo tanto, en su rendimiento», afirma el doctor Bamberger. «Esto es importante dado que el maltrato está a la orden del día en muchos contextos médicos». «Es posible que los pacientes y sus familias sean groseros con el personal de la salud, y que estos últimos lo sean también entre ellos».
El doctor Maltratador y el Doctor Agradable
Para el propósito de esta investigación, veinticuatro equipos de Unidades de Terapia Intensiva Neonatales de diferentes hospitales de Israel participaron de un ejercicio de simulacro que involucraba a un bebé prematuro con una complicación médica común pero severa: enterocolitis necrosante (en la que se desintegra el tejido intestinal).
Se les informó a los equipos de que un experto en reflexividad de equipo, proveniente de los Estados Unidos, los observaría mediante una cámara en vivo durante la simulación, y de que cada tanto les haría sugerencias. La mitad de los equipos trabajaron ante la presencia de un experto «maltratador», mientras que la otra mitad lo hizo bajo el escrutinio de un comentarista «neutral». Los malos tratos del experto se manifestaron con un comentario hecho antes de que el equipo por observar pusiera manos a la obra: «Observé varios grupos en otros hospitales de Israel, y en comparación con los participantes de otras partes en el pasado, no podría decir que estoy impresionado por la calidad de la medicina en Israel».
|Se grabaron las simulaciones en video, y se las presentaron a un equipo de expertos en administración, quienes las evaluaron sobre la base de las dimensiones de comportamiento a la hora de pedir ayuda y de circulación de la información entre el equipo médico, así como en función del rendimiento general en el diagnóstico y el procedimiento. Los investigadores encontraron que aquellos equipos que estuvieron expuestos a malos tratos compartían menos información (y se pasaban menos información) entre ellos, y manifestaban un rendimiento más pobre en el diagnóstico y el procedimiento que aquellos que no fueron expuestos a malos tratos.
Cambio de foco
«Tenemos la esperanza de que nuestros hallazgos saquen el foco de la investigación del error médico y lo lleven a las interacciones personales y la cognición», afirma el profesor Bamberger. «Desde una perspectiva práctica, esperamos que esto sea un llamado de atención acerca de la necesidad de cambiar las normas de comportamiento en contextos médicos».
Los investigadores siguen explorando las implicancias de los malos tratos en las situaciones médicas valiéndose de otros enfoques y con la mirada puesta en comprender más a fondo los factores de vulnerabilidad y de protección.
