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15.02.2017  |  03:00 hs.  |  Amigos Universidad de Tel Aviv

Amigos de la Universidad de Tel Aviv

LAS PRUEBAS GENETICAS DEMUESTRAN QUE LA COMUNIDAD BENE ISRAEL DE LA INDIA TIENE RAICES JUDIAS


La colaboración entre la UTA y la Universidad Cornell ofrece una mirada a una comunidad única cuya historia, en gran parte, se desconoce.
Tel Aviv. Un nuevo estudio de la UTA, la Universidad Cornell y la Escuela de Medicina «Albert Einstein» arroja pruebas genéticas de las raíces judías de la comunidad Bené Israel en la parte occidental de la India. Siempre se consideraron judíos.

 

«No se sabe casi nada de la comunidad Bené Israel antes del siglo XVIII, cuando los judíos de Cochin y, más tarde, misioneros cristianos entraron en contacto con aquella», señala Yedael Waldman de Departamento de Microbiología Molecular de la UTA y del Departamento de Estadística Biológica y Biología Computacional de la Universidad Cornell. «Más allá de especulaciones y de una historia oral poco clara, no existen voces independientes que respalden la afirmación de los Bené Israel de que son de origen judío, reivindicación que ha permanecido envuelta en un halo de leyenda.»
«La genética humana no solo tiene el potencial de mejorar la salud humana, sino también de ayudarnos a comprender la historia de la humanidad», afirma el profesor Eran Halperin, del Departamento de Biotecnología y Microbiología Molecular de la UTA y de la Escuela de Ciencias de la Computación «Blavatnik» de la UTA, quien, junto con el profesor Alón Keinan, del Departamento de Estadística Biológica y Biología Computacional de la Universidad Cornell, asesoró a Waldman. La investigación fue publicada en PloS One el 24 de marzo de 2016.
Del Folklore a la Ciencia
De acuerdo con su historia oral, los Bené Israel descienden de 14 sobrevivientes judíos de un naufragio en la costa india de Konkan. Se desconocen el momento exacto de este evento, así como el origen y la identidad de los visitantes judíos. Algunos estiman que este evento tuvo lugar hace unos dos mil años. Otros calculan que tuvo lugar en el año 175 antes de la era común. Sin embargo, otros creen que sus ancestros judíos llegaron más temprano aún, en el siglo VIII.
«En las últimas décadas, la información genética se ha convertido en una fuente importante para el estudio de la historia humana», señala el profesor Keinan, el autor principal del estudio. «Se la ha aplicado muchas veces al estudio de poblaciones judías de todas las diásporas, lo que ofrece evidencia de que existe una ascendencia compartida.»
El equipo de investigación, que incluye a miembros del laboratorio del profesor Keinan, el profesor Friedman de la Escuela de Medicina «Sackler» de la UTA, el profesor Gil Azmon y colegas de la Escuela de Medicina «Albert Einstein» y de la Universidad de Haifa, basó sus estudios en datos tomados del proyecto HapMap judío, un esfuerzo internacional dirigido por el profesor Harry Ostrer, de la Escuela de Medicina «Albert Einstein», para establecer la historia genética judía de todas las diásporas judías. Se valieron de herramientas genéticas sofisticadas para llevar adelante acabados análisis genómicos de los marcadores genéticos de 18 individuos pertenecientes a Bené Israel. 
«Encontramos que, si bien los individuos que pertenecen a Bené Israel se parecen a las poblaciones indias locales en lo que refiere a la genética, estos claramente constituyen una población separada y única de la India», afirma Waldman.
Cómo creció la comunidad
«Los resultados señalan que los Bené Israel son una población “mezclada”, tanto con ascendencia judía como india. La contribución genética de cada una de estas poblaciones ancestrales es sustancial», agrega el coautor del estudio Arjun Biddanda, de Cornell.
Los resultados incluso indican que los ancestros judíos e indios de Bené Israel se mezclaron hace unas diecinueve o treinta y tres generaciones (aproximadamente entre unos seiscientos cincuenta y mil cincuenta años atrás).
«Creemos que el primer encuentro involucró a judíos del Cercano Oriente y fue seguido de una alta tasa de matrimonios mixtos», afirma Waldman. «Este estudio ofrece un nuevo ejemplo de cómo el análisis genético puede convertirse en una herramienta valiosa y poderosa para expandir nuestros conocimientos sobre la historia humana.»

 

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