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23.03.2020  |  00:00 hs.  |  AJN

Amigos de la Universidad de Tel Aviv

CORONAVIRUS – DIRECTOR DE PSICOLOGIA DE LA UNIVERSIDAD DE TEL AVIV: “HACE FALTA MAS SOLIDARIDAD PARA EVITAR LA CATASTROFE”


Agencia AJN.- En diálogo con la Agencia AJN, Alberto Meschiany, israelí de origen argentino, también se refirió al problema del ocio que plantea la cuarentena durante esta crisis: “No sólo hay que estar pendiente de la redes sociales, hay que permitirse meditar, pensar, leer un libro o simplemente no hacer nada por unos minutos”.

Agencia AJN.- Alberto Meschiany, director del servicio de Psicología de la Universidad de Tel Aviv, mantuvo una entrevista con la Agencia AJN sobre la actual crisis por la pandemia del coronavirus y destacó: “Hace falta más solidaridad para que esto no se expanda a dimensiones catastróficas”.

“Algunos dicen que el mundo se va a limpiar por un tiempo de algunos de sus males, que la gente va a valorar más la vida y menos el consumo. Puede ser interesante, porque el mundo estaba yendo a una cultura cada vez más consumista y egoísta, y de repente hace falta más cooperación”, reflexionó.

Asimismo, subrayó el desafío que representa la situación: “Tenemos experiencia con conflictos de guerra, misiles o atentados, pero la verdad que con esto no tenemos experiencia”.

Además, respecto a quienes no cumplen con la cuarentena, expresó: “Desde mi punto de vista, es un mecanismo de defensa para desentenderse de la realidad o tienen algún tipo de omnipotencia, que creen que pueden sobrellevar cualquier cosa, que no se van a enfermar y que no le van a hacer ningún daño a nadie. Y es una manera no muy sana de enfrentarse a esta situación”.

-¿Lo sorprendió esta situación?

-Sí, completamente. En pleno auge de todo, la economía andaba, la Universidad bien, el semestre empezaba… y de repente empezaron a llegar los rumores de algo que empieza en China y de a poquito llegamos a donde llegamos: el pánico y las medidas de restricciones de las salidas, cada vez más estrictas.

-¿En la población universitaria están apareciendo síntomas, consultas, qué está pasando en el día a día?

-Los estudiantes inmediatamente muestran la ansiedad y la angustia de qué va a pasar con sus estudios y por supuesto también con la salud de los suyos y de ellos mismos. Los primeros días que se hizo un cierre en la Universidad, los jóvenes lo tomaban como vacaciones y estaba llena la playa, los bares y todo. Después las estadísticas de Israel en cuanto a enfermos y aislados empezó a preocupar a los jóvenes y empezaron a llegar más llamados a nuestros servicios para ver cómo podíamos ayudar en esta situación tan especial. Tenemos experiencia con situaciones de guerra, de misiles o de atentados, pero la verdad que con esto no tenemos experiencia y toda la universidad con el tema educativo, con las clases, como con el tema psicológico, pasamos a conexiones digitales. Nos tuvimos que adaptar y aprender rápidamente cómo mantener terapias y supervisiones en este medio. No es fácil, porque uno que está acostumbrado a tener terapias cara a cara, ver así a la otra persona es difícil.

-Desde que comenzó la crisis hasta ahora, ¿cuáles fueron los cambios?

-Los cambios fueron de a poco. Primero cerraron los colegios, entonces las familias se tuvieron que adaptar. Todos los conflictos ocurren cuando toda la familia está junta, toda la alegría pero también los conflictos. Los padres, que algunos pueden seguir trabajando y otros no, angustiados por el tema económico, se está agravando más, no solo por las pérdidas sino que muchos jóvenes están siendo despedidos de sus trabajos parciales. Muchos estudiantes trabajan en bares o restaurantes, o en trabajos temporarios, y todos esos lugares fueron cerrados y no tienen como pagar sus alquileres ni su universidad.

-¿Cómo ve este fenómeno que la humanidad está viviendo?

-Es una pregunta amplia. Algunos dicen que el mundo se va a limpiar por un tiempo de algunos de sus males, que la gente va a valorar más la vida y menos el consumo. Puede ser interesante, porque el mundo estaba yendo a una cultura cada vez más consumista y egoísta, y de repente hace falta más cooperación, porque si yo me contagio, tengo que cuidar al resto. Hace falta más solidaridad para que esto no se expanda a dimensiones catastróficas. No tengo una definición en cuanto a psicopatología que se pueda desarrollar en una situación así. Surge todo lo que conocemos en relación a una situación de estrés extremo y ansiedad muy grande. Agentes que pueden retraumatizar cosas de su pasado, o de traumas parecidos de haber estado encerrados. Yo con mis chicos, por ejemplo, recuerdo la guerra de los misiles del ‘91, cuando nos encerramos. No lo recuerdo como algo muy traumático, pero esos recuerdos surgen, y a cada uno le surgen recuerdos de cada situación de sentir que tu libertad está restringida. No es que te están cuidando con policías en la calle, pero uno se siente más seguro en su casa, limitando los encuentros familiares y de amigos.

-¿Cuál es la sugerencia para millones de familias que hoy están compartiendo una experiencia nueva en sus casas?

-Depende mucho de la edad de los habitantes de la casa. No es lo mismo una familia joven con chicos chicos en edad de colegio, que una familia con chicos en el secundario, que pueden comprender mucho más la situación y adaptarse mejor, sin las rabietas que un chico chiquito tiene. Para los chicos más chicos, hace falta combinar actividades en la casa, no solamente actividades educativas, sino físicas también mientras las habitaciones de la casa lo permitan. Esto tiene que ver con la necesidad de sacar energías, para mantener la vitalidad y no sólo frente a pantallas. En cuanto a las familias con jóvenes más grandes, es más fácil porque cada uno se puede entretener. Pero hay que alentar a tener relaciones personales y no solamente con el whatsapp. Hay que compartir sentimientos, si están enojados, deprimidos, temerosos, ansiosos…

Y la gente que está más en riesgo, como todos sabemos, son los adultos mayores. Y es muy conveniente y necesario para ellos mantener una relación, aunque sea virtual, y que sepan que estamos allí y nos preocupamos por ellos. Sobre todos aquellos que están acostumbrados a las visitas constantes y de pronto se encuentran con que no se los puede ir a ver.

-¿Cómo juega el ocio en este tipo de situación?

-Antes del coronavirus, el problema del ocio pasó a ser cada vez más grave en los jóvenes y en todos. Se debe por el “miedo a perderse algo”. O sea que constantemente, estás pendiente de la redes y no te podés permitir estar sin nada que hacer, para permitirse meditar, pensar, leer un libro o simplemente no hacer nada por unos minutos. A mucha gente hoy en día les cuesta, tienen adicción a los medios. Y si se les corta Internet no saben qué hacer. Este es un problema que el coronavirus puede enfatizar, pero existe de antes.

-Hoy leer es todo un desafío…

-Hay miles de anécdotas de personas que se juntan a tomar un café y finalmente están los dos mirando el celular. Habría que prohibirlo (risas).

-¿Qué pasa con aquellos que no se conectan con la realidad y pretenden seguir andando por la calle?

-Desde mi punto de vista, es un mecanismo de defensa para desentenderse de la realidad o que tienen algún tipo de omnipotencia, que creen que pueden sobrellevar cualquier cosa, que no se van a enfermar y que no le van a hacer ningún daño a nadie. Y es una manera no muy sana de enfrentarse a esta situación. Yo creo que lo óptimo sería no castigarlos, sino tratar de llevarlos a un lugar donde puedan estar y quedarse. Pero creo que tanto en Israel como en otras partes del mundo van a empezar a castigar a esa gente, amenazando la salud de la población.

-Tuve la oportunidad de visitarlo en la Universidad y no olvido que su oficina estaba al lado o cerca de la dirección de la Universidad. Para mí es un símbolo enrome que la Universidad valore el trabajo psicoanalítico. Desde ese lugar, ¿cuál es el mensaje en esta crisis?

-No tengo la bola de cristal para saber cómo va a terminar esto, porque realmente hay pronósticos de todo tipo. Pero yo creo que, como toda crisis, es una oportunidad para mirarnos a nosotros mismos y a los que están cerca nuestro, para ver si hay cosas que podemos cambiar en nuestra manera de vivir. No lo digo en el tema económico o ecológico, que por supuesto son temas importantes. Pero dentro nuestro podemos ver que hay cosas muy frágiles en nuestra vida y hay que hacer lo posible para cambiar, con humildad. Y dedicarnos a las cosas que realmente valen la pena vivir.

-Me llevo su reflexión sobre la necesidad de volver a la generosidad que a la humanidad le falta…

-Exacto. Hoy Netanyahu se enorgulleció de los aviones que fueron a buscar israelíes a Perú, pero en realidad él no hizo nada. Todo fueron donaciones. Hubo un hombre que tuvo la iniciativa de buscar contribuyentes privados, que mandaron cuatro aviones a Perú. El gobierno no tuvo nada que ver con eso y se lo adjudicó. Y hay muchas expresiones de solidaridad. Hay chicos del secundario que están haciendo compras en el supermercado para llevarles a los ancianos. Ese tipo de cosas realmente emocionan.

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